Edward Cullen no volvió a la escuela.
Todos los días vigilaba la puerta con ansiedad hasta que los Cullen entraban en la cafetería sin él. Entonces podía relajarme y participar en la conversación que, por lo general, versaba sobre una excursión a
Cuando llegó el viernes, yo ya entraba con total tranquilidad en clase de Biología sin preocuparme de si Edward estaría allí. Hasta donde sabía, había abandonado la escuela. Intentaba no pensar en ello, pero no conseguía reprimir del todo la preocupación de que fuera la culpable de su ausencia, por muy ridículo que pudiera parecer.
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