libro.

No comprendí el motivo. ¿Cómo podías odiarme con tanta rapidez...?

—Para mí, parecías una especie de demonio convocado directamente desde mi infierno particular para arruinarme. La fragancia procedente de tu piel... El primer día creí que me iba a trastornar. En esa única hora, ideé cien formas diferentes de engatusarte para que salieras de clase conmigo y tenerte a solas. Las rechacé todas al pensar en mi familia, en lo que podía hacerles. Tenía que huir, alejarme antes de pronunciar las palabras que te harían seguirme...

Entonces, buscó con la mirada mi rostro asombrado mientras yo intentaba asimilar sus amargos recuerdos. Debajo de sus pestañas, sus ojos dorados ardían, hipnóticos, letales.

—Y tú hubieras acudido —me aseguró.

Intenté hablar con serenidad.

—Sin duda.

Torció el gesto y me miró las manos, liberándome así de la fuerza de su mirada.


Desde el puerto he visto amanecer
con tu ausencia sentada junto a mí.
Me ha invitado a no dejar atrás
el capricho de verte sonreír.

Y cada minuto
espera su turno,
se escapa, se pierde,
se une al mar.

Sobre el agua se dibuja una historia ya dormida,
en silencio escucho el verso de tu despedida.

Es tu ausencia mi amiga en soledad,
me ha contado que el sol sale por ti.
Tiemblo, descanso, ahora escucho su voz.
Me miro en sus ojos, me llevan a dormir.

Y cada minuto
espera su turno,
se escapa, se pierde,
se une al mar.

Sobre el agua se dibuja una historia ya dormida,
en silencio escucho el verso de tu despedida.

Quisiera tenerte aquí un segundo,
decirte que el mundo no tiene luz.

Sobre el agua se dibuja una historia ya
dormida, en silencio escucho el verso de tu
despedida.